La solemnidad de la Pascua
es uno de los acontecimientos más importantes del año litúrgico: es un tiempo de alegría, de esperanza y de profunda reflexión sobre el misterio de nuestra salvación.
Uno de los elementos esenciales de este misterio es la presencia silenciosa de María, la Madre del Salvador, que desempeña un papel muy importante en la fe, tanto en la vida de la Iglesia como en la de cada creyente.
Acompañó a su Hijo en su actividad pública y estuvo presente durante su pasión, muerte y resurrección. Podemos decir que fue la primera de los creyentes en experimentar los misterios del Triduo Pascual.
Su fe pascual se manifestó plenamente en el momento en que Jesús resucitó, es decir, cuando descubrió que Dios había cumplido sus promesas y que el amor había triunfado sobre la muerte.
En este tiempo santo, esperamos de todo corazón que en nuestro camino pascual con Cristo podamos seguir a la Virgen en su fe, obediencia y humildad, para experimentar plenamente el gozo de la resurrección.
Que María sea siempre nuestra guía por los caminos de la salvación y que su bendición materna nos acompañe en la vida diaria».
Unidos en oración, ¡felices Pascuas para todos!
Madre Julia Szteliga, Superiora General de las Hermanas Michelitas
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