El Segundo Domingo de Pascua celebra el infinito Amor de Dios: es la Fiesta de la Divina Misericordia.
Fue el mismo Jesús, que apareció en una visión a la hermana Faustina Kowalska, para expresar el deseo de que haya una ocasión para meditar en su infinita misericordia y recibir gracias y bendiciones. Y el Papa Juan Pablo II lo instituyó oficialmente en 1992.
La solemne celebración eucarística de este domingo especial fue presidida por Mons. Domenico D’Ambrosio.
En sus reflexiones, el Arzobispo emérito de Lecce habló … de la Misericordia como «inmensa dilatación del Corazón de Dios»: no hay pecado que no pueda ser perdonado y «el Señor no puede tolerar que sus hijos redimidos – con la sangre de Cristo – queda excluido de su amor».
El tema de la Misericordia está íntimamente entrelazado con la existencia misma de la Cueva del Arcángel: «donde se abre la roca, los pecados de los hombres serán perdonados». Es por eso que Mons. D’Ambrosio invitó a los fieles y peregrinos que llegaron al Santuario «a no volver con las manos vacías» y les deseó experimentar, incluso en su fragilidad e infidelidad, «la belleza del encuentro con el Señor que vuelve su corazón al miserable. Le pedimos a él, el Arcángel Miguel y Santa Faustina que nos ayuden a sentir el aliento de la misericordia de Dios sobre nosotros».
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