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El saludo de Cristo Resucitado fue el primer mensaje que el nuevo Pontífice dirigió al pueblo de Dios.

En la tarde del 8 de mayo, día en que se celebra la Virgen María de Pompeya y se recuerdan las Apariciones del Arcángel Miguel en el Monte Gargano, desde la logia de la Basílica de San Pedro, León XIV saludó a los numerosos fieles presentes en la plaza y conectados a través de todos los medios de comunicación del mundo, deseándoles una paz: «desarmada y desarmante» para cada hombre y para cada nación de la Tierra.

Agustino, misionero, prefecto del Dicasterio para los Obispos, Robert Francis Prevost es el primer Papa estadounidense. El lema de su escudo, que retoma las palabras de san Agustín en su comentario al Salmo 127, dice «In Illo uno unum» (En Él, en Cristo, somos uno) y se refiere a la unidad de la Iglesia que sigue a su Señor: este es, pues, el significado de sus palabras: «Dios nos ama. Dios os ama a todos y el mal no prevalecerá. Todos estamos en las manos de Dios. Por tanto, sin miedo, unidos, de la mano de Dios y entre nosotros, avancemos» y «Caminaremos junto a vosotros como una Iglesia unida, buscando siempre la paz y la justicia, trabajando siempre como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, proclamando el Evangelio sin miedo, siendo misioneros».

Sólo el amor puede salvar un mundo que se preocupa más por las armas que por los pobres y los desfavorecidos.

Mis mejores deseos y oraciones para el Santo Padre: Que María Santísima y el Príncipe de los Ángeles velen por su pontificado.