Al final de la nave angevina, junto al altar barroco de San Giuseppe, precedido por un estrecho umbral cerrado por una puerta de bronce, se encuentra la Capilla de las reliquias, también llamada «de la Santa Cruz».
Originalmente esta sala se utilizó como sacristía, pero durante el siglo XVIII fue objeto de obras de ampliación y decoración que la convirtieron en una espléndida sala destinada a albergar los sagrados restos de los mártires. En particular, se veneraba en él un preciado fragmento de la Cruz de Cristo, engastado en un relicario de plata: fue donado por Federico II y se colocó en el centro del altar de mármol. Hoy ha sido reemplazada por una copia, mientras que el original se conserva en el Museo Devocional.
La mayoría de las reliquias fueron traídas de Roma en el 1600: en los últimos años se han agregado las de los llamados «santos de la misericordia» (Juan Pablo II, Padre Pío de Pietrelcina, Faustina Kowalska, Bronislao Markiewicz), testigos en tierra del amor ilimitado de Dios por los hombres y símbolos de la vocación penitencial y reconciliadora del Santuario.
Hace unos meses, la Capilla fue objeto de una cuidadosa labor de protección y remodelación: el aislamiento térmico permitirá la conservación segura de los bienes guardados y hará más acogedor el entorno; la pintura de las paredes, la restauración del mobiliario y una nueva iluminación devolverán majestuosidad a este lugar donde el Santísimo Sacramento se expone todos los días.
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