Querido,
Estamos en Navidad y con alegría venimos a ustedes para extenderles nuestros mejores deseos.
En estos días la Palabra de Dios nos presenta a los más grandes Testigos que creyeron y se encomendaron al Señor: entraron con Él en una gran relación de amor, alimentando una fe profunda, poniéndose en total disponibilidad, asumiendo actitudes de humildad, de alegría. y contemplación.
José se entrega con confianza a los misterios de Dios y lleva consigo a María, que dará a luz al Salvador de la humanidad.
María, con su «Sí» nos da «Emmanuel» el «Dios – con – nosotros»: la omnipotencia de Dios, ¡se convierte en una debilidad indefensa en un recién nacido!
¡Y es precisamente este Niño el que la humanidad de ayer y de hoy ha tenido y necesita! En la oscuridad de la violencia, el egoísmo, las lágrimas, en la precariedad de hoy y en el miedo del futuro, los hombres buscan la luz, la Estrella de Belén que los hará volver a creer, a esperar, a amar.
Detengámonos, por tanto, en un silencio de adoración frente al pesebre, confiándole lo que llevamos en el corazón.
Oremos para que la paz llegue a esta humanidad amada y redimida por el Señor. Dios quiere transformarnos en un instrumento de amor a los demás, heraldos de su ternura.
FELIZ NAVIDAD
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